Cómo ayudar a su hijo a aprender un poema

Hay niños para los que esto no supone ningún problema y que se saben la poesía como la palma de su mano en un tiempo récord. Y luego están los otros. Los que venderían a su madre y a su padre para librarse del ejercicio. Los que se atragantan ante la idea de tener que aprenderse todos esos versos y estrofas….


El dolor es real (¡y también lo son los padres que tienen que echar una mano antes de que acabe el plazo!), ¡y va a hacer falta mucho valor! Porque los poemas son parte integrante de la vida escolar, desde el CP hasta el CM2, y hay que dedicarles algo de tiempo también en casa. ¿Tu hijo o hija es reacio?


Que no cunda el pánico, tenemos la solución. Y tenemos algunos consejos estupendos sobre cómo inculcar el amor por las palabras sin que sea demasiado difícil para ellos ni demasiado doloroso para ti. ¿Cómo ayudar a tu hijo a aprender un poema? ¿Cómo puede aprender un texto de memoria sin cansarse del ejercicio? ¡Te lo contamos todo!


1- Aligera el ambiente antes de ayudar a tu hijo a aprender un poema


A las 16.45, tu Mini sale del colegio con cara de mal humor. Casi se te saltan las lágrimas con esa cara de «de todas formas, nunca lo conseguiré». Y es entonces cuando te das cuenta: hay que aprenderse un poema para el fin de semana y no pinta bien 😱. No te preocupes, no ha muerto nadie.


¡Todos hemos pasado por eso durante nuestra etapa escolar! Así que, si tu hijo no es de los que se emocionan o se ha aburrido con el paso de los años (¡hola alumnos de quinto que ya han tenido su ración de poemas!)… vas a tener que echarle una mano suave.


Así que empieza por aligerar el ambiente antes de entrar en el meollo de la cuestión. Asegúrale que vais a repasar juntos el texto y que lo conseguirá (saca los pompones, modo animadora: on).


Tu estrategia no será la misma dependiendo de la actitud de tu Mini, y te encontrarás con varias opciones. El niño que quiere, pero tiene miedo de equivocarse al recitar. El niño que odia hablar y tiene miedo de reci tar delante de la clase. El niño al que no le gusta la idea porque le aburre y no entiende mucho.


Como sabes, no puedes hacer beber a un burro si no tiene sed. Pero cuando se trata de los deberes que pone el profesor, no hay duda. Tendrás que tragarte cada palabra de esta poesía. Quién sabe, ¡quizá la sed de aprender aparezca por el camino! En resumen, en todos los casos, intenta poner a tu futuro orador en las mejores condiciones posibles, para que siga siendo agradable a pesar de todo.


2- Aprovecha lo que el profesor ha hecho en clase


Justo cuando estabas a punto de rendirte al estrés de «pero no puedo aprenderle un poema», has visto un rayo de esperanza. Porque sí, tu hijo ya ha trabajado la poesía en clase. No llega a casa con un texto desconocido. Ya lo ha trabajado en la escuela: ¡leyendo, copiando e ilustrando!


Y ése es un excelente punto de partida. También puedes animarle a continuar con el dibujo que acompaña al poema: es una buena manera de empezar. Mientras colorea, no dudes en leerle el texto para que establezca la conexión entre ambos.


Porque, admitámoslo, algunos poemas son más enrevesados que otros y requieren bastante concentración para memorizarlos en su conjunto. Además, dibujar es una buena manera de ayudar a entender lo que está pasando, ¡porque te obliga a ilustrar los hechos!


3- Asegúrate de que el texto del poema se entiende claramente


Como hemos visto, el poema ya se habrá explicado en clase. Pero nada te impide continuar o reforzar la explicación del texto… ¡Sobre todo si tu Mini no ha estado en su mejor momento durante la disección del profesor! Si se ha perdido por completo el sentido global, así como los detalles de cada frase, le resultará mucho más difícil memorizar los versos.


Si no estás seguro, empieza por el principio. También aquí el dibujo tiene su lugar. Tu hijo puede ilustrar cada estrofa (o cada frase) para visualizar lo que ocurre y comprender mejor el texto. Y si no le apetece dibujar por todo el cuaderno de poesía, no hay problema: puede utilizar otra hoja u otro cuaderno.


Para los niños con memoria visual, será la ocasión de copiar el texto. Incluso pueden subrayar una línea sí y otra no para recordarlas mejor, gracias a la codificación por colores.


Los niños más mayores, al final de la primaria, pueden incluso armarse con un diccionario para buscar y entender todas las palabras que no conozcan… o que no recuerden.


Eso sí, algunas palabras muy sencillas tienen doble sentido: ¡cuidado con las trampas! Se trata de contextualizarlas para que tengan el sentido que les da el poema.


4- Desglosa el poema estrofa a estrofa, verso a verso


«Venga, hoy vamos a aprender esta frase o estrofa». ¡He aquí un consejo que debería relajar incluso a los más recalcitrantes! La poesía demasiado larga para algunos puede hacerse más accesible concentrándose sólo en algunas frases. Conviértalo en un ritual diario y repita pacientemente cada verso, añadiendo cada vez los que aprendió el día anterior.


¿Tu Mini tropieza con alguna palabra? No hace falta que vayas más lejos. Lo ideal es que, antes de pasar a la siguiente frase, te sepas al dedillo la anterior. Sin titubeos, sin murmurar ni cometer errores. Si tu hijo tiene más memoria auditiva, léele los versos por la noche, antes de que se vaya a dormir.


Luego, deja que se infunda suavemente durante la noche. Y no olvide felicitarse regularmente por el número de versículos que ha aprendido en una semana o un mes. Es un trabajo duro, ¡y es una de las formas en que los niños aprenden a utilizar el lenguaje!


5- Deje reposar el texto una vez que su hijo lo haya memorizado


La recitación es un gran momento para los oradores con pantalones cortos, pero ¡cuidado con precipitarse! Algunos niños se apresuran a tragarse todos los versos de un tirón (incluso cuando el libro de texto les pide que se detengan en una palabra concreta), para luego escupirlos lo más rápido posible y olvidarlos.


Otros, en cambio, prefieren tomarse su tiempo. ¿Equipo liebre o equipo tortuga? Ya sabrás a qué bando pertenece tu Mini. En el segundo caso, deja que tu pequeña tortuga trabaje y se tome su tiempo. Por otro lado, frenarás el entusiasmo de las liebres que, con tanta prisa por llegar al final, ¡olvidan la mitad por el camino! «No tiene sentido correr…».


Se trata de explicarle a tu hijo que hay una gran diferencia entre escupir una sarta de palabras y recitar un poema con sentido. Sobre todo porque entre el aprendizaje en casa y el recitado en la escuela hay un lapso de tiempo. Para entrenarle, puedes ponerle un límite de tiempo antes de recitar lo que sabe.


Y pídele que vuelva a hacer lo mismo en el desayuno del día siguiente, ¡para asegurarte de que todo queda grabado a fuego en su disco duro interno! Tienes que trabajar la memoria de tu hijo, y la poesía es una parte importante de ello.


6- Recuerda que la poesía es un ejercicio oral


Los niños del equipo liebre, que tienen tanta prisa por repetir lo que han aprendido sobre la marcha, se pierden lo esencial… ¡la oralidad! No les vamos a echar la culpa (¡nosotros éramos iguales!), pero sería conveniente avisarles. La finalidad de un poema, más allá de ser recitado impecablemente en clase, es ser hablado. Transmitido a un público, por así decirlo.


Así que, evidentemente, los niños de primaria son un poco jóvenes para comprender la importancia de la dicción, el habla y la expresión oral en general. Pero nunca se es demasiado pequeño para hacer las cosas bien. ¿Recuerdas cuando tus padres te preguntaban: «Un momento, ¿entiendes lo que estás recitando?


O ibas demasiado deprisa, o les parecía que no entendías nada. Porque un niño que entiende claramente el significado del poema que te está contando no habla a la misma velocidad. Es una cuestión de ritmo. Tiene que haber ciertos silencios entre dos frases, entre dos estrofas. No se pueden recorrer todos los versos de un poema a la vez sin recuperar el aliento.


7- Anime a su hijo a respirar correctamente para mejorar la articulación


Si tu hijo tiene la tez morada al final de su recitado, ¡es porque el tempo no es el adecuado! Para ser comprendido (por mamá, papá o el profesor), el poema debe articularse con claridad, con pausas entre las estrofas. Así que respira hondo y no dudes en representar la escena para animar a tu hijo a hacer lo mismo.


Puedes utilizar la mímica para ayudarles a hacer pausas y coger el ritmo adecuado. A algunos niños les resulta más fácil aprender un poema añadiendo gestos. Esto también debería obligarles a recuperar el aliento con regularidad.


Ahora ya estás preparado para ayudar a tu hijo a aprender su poema. Después, es posible que el recitado en clase no salga como estaba previsto… O bien es uno de esos niños emocionales que pierden toda compostura una vez en el punto de mira. O bien confía en su memoria a corto plazo y el día de la recitación todo se le ha ido de las manos.


En cualquier caso, recuérdale a tu hijo que no es para tanto y anímale a que lo repita una última vez en casa para que pueda demostrarse a sí mismo que «sí, me lo sabía». Puede que no haya recibido la felicitación del profesor, pero habrá ganado en confianza en sí mismo. Y eso es crucial. De hecho, para felicitarle y relajarle después, preséntele la prosa de Mini Mondes… ¡un concentrado de grandes historias y buen humor con el telón de fondo de una increíble vuelta al mundo!