¡7 Consejos para combatir las palabras mayores, Sapristi!

¿También le parece que sus hijos utilizan un lenguaje florido y profieren muchas palabrotas? Seguro que ya ha intentado una o dos cosas para calmar el ardor verbal de sus retoños y volver a encauzar su vida familiar. Menos las palabrotas.


Porque aunque laeducación forma parte del paqueteeducativo, no siempre tenemos la actitud o la reacción adecuadas cuando nuestro Mini suelta un insulto. Según los casos, toleramos más unas palabras que otras. ¡Y algunas palabras nos hacen saltar de nuestros asientos! No hay reglas precisas al respecto, pero haremos todo lo posible para ayudarte a mantener la calma.


Que no cunda el pánico, tenemos la respuesta. Y como nunca podemos estar completamente seguros de lo que funciona para una persona u otra, ¡hemos llegado incluso a 7! ¿Por qué es tan difícil evitar que la gente diga palabrotas y qué trucos funcionan? Descifrado cortés.


¿Funcionan los trucos anti palabrotas?


Antes de subirnos al cohete de las palabras anticursivas, echemos un vistazo a lo que constituye la cortesía y a los fundamentos de la educación, ¿te parece?


Educar a un niño es un trabajo duro


Está claro que no es un camino de rosas. Pero la educación no es sólo una cuestión de lenguaje, ni siquiera de mala educación. Enseñamos a nuestros hijos a vivir armoniosamente en sociedad, más o menos conscientemente por nuestra parte. Dependiendo de tus hábitos, tu visión del mundo y tu propia educación, apoyarás más unos aspectos que otros.


Es más, es muy probable que tu Mini ya tenga en mente la quinta de «hola, perdón, por favor, gracias». Sobre todo si tiene edad para ir al colegio, ¡que anima a los niños a aprender los códigos!


Lenguaje y comunicación no verbal


La cortesía también es no verbal. Engloba toda una serie de actitudes que se fomentan en la sociedad. También se conoce como buenos modales. Una buena higiene, ser generoso y discreto en ocasiones, pero también ponerse la mano delante de la boca al bostezar… La lista es larga y puedes colocar el cursor donde quieras.


La idea es mostrarte que la cortesía de tu hijo no se limita a las palabrotas que dice (o que no dice). Lo que cuenta es su actitud general. Lo mismo ocurre con un adulto: no cuestiones los modales de tu hijo sólo porque se le haya caído un «put***» y se haya hecho daño en el dedo gordo del pie.


Zoom sobre… consejos contra el lenguaje cursivo


Entonces, ¿para qué sirven estos consejos sobre el lenguaje anticursivo? Pues es un poco como todo cuando se trata de educación. Si estás convencido y con los pies en la tierra, ¡es muy probable que consigas dominar esas palabrotas! Sobre todo si te resultan inaceptables y tú mismo casi nunca las utilizas.


Después, está muy bien ser vulgar de vez en cuando… ¡sin apreciar las palabrotas que salen de la boquita que vive bajo tu techo! «Mierda**, esa sí que es hija de su mamá…» 😉 Así que abróchense los cinturones, empecemos con los consejos.


1 Haz una lista de palabras prohibidas y busca un truco


Hace tiempo que oyes a tu Mini decir insensateces. Y algunas te ponen los pelos de punta. No estás convencido de que el castigo sea el remedio adecuado para este «resfriado de palabras»… ¡y tienes razón! Empecemos por tratar este tema con un poco de positivismo: siéntate cómodamente con tu hijo y elaborad juntos una lista de palabras a prohibir… (No hace falta que la escribas, ¡pican los ojos 🤣 !) La idea es determinar qué palabras no tienen cabida en su boca.


Pero también, y sobre todo, sustituirlas por palabras tolerables (para ti). El truco consiste en prohibir cada vez más estas nuevas palabras. ¿Un ejemplo? El famoso «bachibouzouk» del capitán Haddock (#generaciónTintín). Pero también «ectoplasma», «oso hormiguero» (¡que es un cerdo terrestre, nada menos!) y «sodomita»… ¡el Capitán lo tenía claro! En resumen, una vez que las nuevas palabras hayan sido formalmente prohibidas, puedes apostar a que a tu pequeño monstruo le encantará utilizarlas… ¡como todo lo que está prohibido! Que surja la magia.


2 Poner las cosas en contexto: palabrotas y estudios semánticos


A veces, para librarse de una palabrota, basta con contextualizarla y entenderla. No temas a los ojitos que puedan estar mirando por encima de tu hombro… Hemos difuminado insultos y palabrotas, ¡no te vuelvas loco!


¡Maldita sea!


Esta viene del siglo XII y significa (espera)… apestoso. ¡Simplemente! Verás que tiene la misma raíz que turón. ¿Por qué? Porque viene del latín putidus. Así que incluye todo lo que es sucio. Así que… Sí… hubo un ligero cambio de significado y acabó refiriéndose a las mujeres de menor virtud. Es sexista, estamos de acuerdo. Quizá las chicas y los chicos se lo piensen dos veces antes de utilizar esta expresión a partir de ahora.


Co*


Antes de utilizarse para referirse a un idiota o a un tonto, esta palabrita se utilizaba para referirse al sexo femenino. Proviene del latín cunnus, que significa vagina. Otra gran palabra megasexista usada indiscriminadamente 🤭….


Enfoi**


Del latín foria (que significa diarrea), significa literalmente «ensuciar con excrementos» cuando se usa como verbo, cosa que nunca hacemos. Pero ya has captado la idea.


Mer**


Este sí que se utiliza correctamente. Proviene del latín merda, que significa excremento. Escatológico a más no poder, ha evolucionado mucho y hoy en día existen varios derivados, desde «me**deux» hasta «emm**der». La lista es interminable.


3 Utilizar palabras intermedias


Ya sabes que los ejemplos lo son todo. Inventa tus propias palabras intermedias y utilízalas regularmente delante de tus hijos: son las palabritas que contrarrestan a las grandes. Para que funcionen, son indispensables dos cosas: que sean fáciles de captar y que tengan algo de sentido. Porque, sí, ¡nos gustan las palabras que chasquean en la lengua y significan lo que dicen! Pruebe a decir un buen «¡flútain!» la próxima vez que tropiece con un mueble. Ya verás cómo se te pasa. Sienta bien. ¡Y es educado!


4 Hazte el indiferente


No puede haber espectáculo sin un público atento. Lo mismo ocurre con las palabrotas. Si decir palabrotas no provoca ninguna emoción en los padres, lo más probable es que el niño se aburra de ellas (¡aunque la falta de emoción sea fingida!) Pero eso no significa que no puedas corregirle suavemente y explicarle lo que se ha dicho (ver punto 2 😉 ).


5 Tolerar las palabrotas, ¡pero no los insultos!


A menudo se olvida, pero hay un mundo de diferencia entre decir palabrotas e insultar. Decir palabrotas es una interjección que se pronuncia fácilmente cuando estás dolido o sorprendido. El segundo es un insulto, proferido contra alguien… Así que hay una gran diferencia. Y si tienes que tolerar solo una, es mucho más preferible la palabrota, ya que no hace daño a nadie (bueno, excepto a tus padres 🙄 oídos).


6 Crea un gatito familiar


Una monedita por aquí, otra por allá. Si tu familia está acostumbrada al lenguaje florido, pero quiere deshacerse de él, ¡opta por el gatito anti-gros mots! El importe de la multa depende de lo que puedan permitirse incluso los más pequeños de la familia (y de lo que puedan gastarse en palabrotas 🤑). Lo ideal es que la hucha no sea un capricho pasajero: intenta ceñirte a ella, te servirá para pagar los cruasanes del domingo por la mañana. Mejor aún, decidid de antemano qué vais a hacer con los ahorrillos que hayáis reunido, ¡así podréis felicitaros por haber superado las palabrotas juntos!


7 Inventa un vertedero de palabrotas


¿Y si las palabrotas fueran una necesidad recurrente? ¿Que fueran una forma de descargar la ira y la frustración? Si ése es el caso de tu Mini, no los trates como una tontería, sino como un síntoma. Tendrás que encontrar una solución de raíz. O aprende a gestionar sus emociones de otra manera. O las emociones y las palabrotas no están correlacionadas, en cuyo caso lo único que necesita es una descarga de palabrotas. Puede gritarlas en el retrete, susurrarlas en una caja o decírselas a su almohada… Y cuando se acaba, se acaba: ¡no queremos oírlas más!


Ahora ya estás preparado para enfrentarte a las palabrotas de tu retoño (casi) sin pestañear. Echa un vistazo a nuestros consejos para hacer frente a las palabrotas, una a una o todas a la vez. Algunos sirven para un momento o una edad determinados. Otros son más o menos universales. Lo más importante es que encuentres tu camino y llegues a un acuerdo con tu Mini.


Porque la tolerancia a las groserías varía de unos padres a otros. Pero todos intentamos lo mismo: encontrar o mantener la paz en la familia. Es un paso más para aprender a ser zen cuando se es padre. ¡Y qué jodidamente bien sienta (oops…)!