Los huesos son la clave de nuestro conocimiento de los dinosaurios. De ellos tenemos la posibilidad de estudiar lo que les distinguía de otros animales.
De la misma el resto de los animales, los dinosaurios se identifican y reúnen en función de determinadas especificaciones físicas. Exactamente la misma reconocemos a los mamíferos por su pelaje o a las aves por su plumaje, tenemos la posibilidad de admitir a los dinosaurios por sus particulares especificaciones físicas.
Pero todo cuanto entendemos de ellos procede de esqueletos fosilizados, con lo que solo sus huesos tienen la posibilidad de ser útil para clasificarlos. De igual forma, los conjuntos de dinosaurios se distinguen por sus peculiaridades óseas.
Viendo los huesos
Los cráneos de los vertebrados poseen 2 huesos en la cavidad nasal, llamados vómitos. En los dinosaurios, estos huesos, que van desde la parte frontal del hocico hasta la parte frontal de la ventana orbital, son mucho más largos que en la mayor parte del resto animales. Bajando hasta los omoplatos, podemos encontrar una cavidad en la parte de atrás de la fijación del brazo.
Este aspecto puede estar que se encuentra en el húmero, una extendida cresta en la parte de arriba a la que se unían los músculos. La mano tenía una cuarta parte dedo compuesto por hasta tres falanges.
Los huesos de la pelvis estaban anclados a la columna vertebral por por lo menos tres vértebras. La cavidad de la articulación de la pierna tenía una abertura central y un borde óseo mucho más grande en la parte de arriba. La cabeza del fémur fue girada hacia adentro.
Este hueso tenía una protuberancia a medio sendero, el cuarto trocánter, que asimismo servía para juntar los músculos. La tibia, con su cresta de cnemio, era mucho más grande que el peroné. El hueso del tobillo, el astrágalo, se encontraba unido a la tibia por una muesca, sirviendo el tobillo de bisagra. Los pies se apoyaban en largos dedos.
Estas peculiaridades de las extremidades delanteras y traseras les dejaban desplazarse hacia adelante y hacia atrás on line con el centro de gravedad del animal. Los dinosaurios tenían un método de locomoción muy eficiente, lo que según ciertos científicos enseña su floreciente reinado.
Saurisquios y ornitisquios
Los dinosaurios tienen la posibilidad de dividirse en 2 órdenes primordiales: los saurisquios (con vientre de lagarto) y los ornitisquios (con vientre de ave). Esta división fue construída por el paleontólogo inglés Harry Seeley en 1887. Ciertos dinosaurios -los terópodos carnívoros (incluyendo las aves), los saurópodos de cuello largo y los prosaurópodos- tenían el pubis, uno de los más importantes huesos de la pelvis, destinado hacia enfrente como en los lagartos, al tiempo que en otros estos huesos estaban orientados hacia atrás y paralelos al isquion, de manera muy similar a las aves.
Cada conjunto tiene otras especificaciones propias. Los saurisquios tenían una mano prensil con un pulgar contrario y un segundo dedo mucho más largo que el resto. Su cuello largo y maleable tenía forma de S. Conforme evolucionaban, estos aspectos físicos se volvieron irreconocibles en varios de los saurisquios mucho más avanzados.
En los saurópodos, por servirnos de un ejemplo, la mano se transformó en un pie, como el del elefante, para aguantar el peso delantero del animal, al tiempo que en las aves, los tres dedos sobrantes se fusionaron en un único hueso complejo al que se unieron un elevado número de plumas de las alas. Los ornitisquios tenían pequeños dientes en la parte frontal de la boca, que con frecuencia eran reemplazados por un pico. Asimismo tenían un hueso plus en la parte frontal de la mandíbula inferior para mantener el pico.
Otra característica es la aparición de cuernos, picos, placas, cuellos cervicales y otros apéndices osificados. Los saurisquios podían ser herbívoros o carnívoros, al tiempo que los ornitisquios eran todos herbívoros. Al tiempo que todos y cada uno de los ornitisquios se han extinguido, los saurisquios subsisten como aves.